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Foto del escritorAlfonso Robles

YASUKUNI, EL SANTUARIO DE LA NO PAZ

Los santuarios y los templos en el país del sol naciente son lugares donde quedan reflejados en cierta manera ese sentir japonés, esa continua búsqueda de un equilibrio entre el pasado y lo moderno. Ese misticismo que tanta intriga y tanta admiración ha sustentado en el resto del mundo. Desde hace décadas, uno de estos genera una controversia que ha llevado a ciertas tensiones a nivel regional entre Japón y los países colindantes a este. Se trata del santuario Yasukuni, que significa “país en paz”.


Fuente: Flickr - https://flic.kr/p/3e6hQ7


Este lugar fue creado en 1869 durante la era Meiji para honrar las vidas de los miles de japoneses fallecidos por la causa del emperador frente a los partidarios del “shogun”. Dicha guerra interna, de la que resultó ganador, fue debida a los intereses del emperador para que su país se fijara en el mundo occidental. Para conseguir que esta nueva forma de Estado se viera fortificada era necesario el nacionalismo: una identificación nacional que produjera el arraigo con su tierra de nacimiento. Ahí apareció la figura del emperador como líder supremo y como elemento de nexo entre todos los japoneses. Su simple presencia se constataba como una deidad, por lo que estar lo más próximo a él, complacerle o morir por él y por el país era todo un honor. Es en ese entonces cuando se comenzó a observar al santuario Yasukuni como símbolo de la unión entre el pueblo y su líder, pues allí se veneraban las almas de los caídos en nombre del emperador. Poco a poco, a lo largo del tiempo y hasta hoy en día, se ha llegado a alcanzar la totalidad de consagrar casi a 2,500,000 de muertos de todas las zonas geográficas de Japón. De hecho, todos los fallecidos van desde la guerra Boshin hasta la II Guerra Mundial.


La derrota en la II Guerra Mundial marcó un antes y después en Japón por la entrada de una democracia real y una nueva constitución “impuesta” (escrita en inglés y con el famoso artículo 9). También lo marcó para Yasukuni, pues las autoridades aliadas en Japón obligaron al santuario o a depender del Estado, pero no ser una entidad religiosa o a ser religiosa, pero estar desvinculada del Estado. Esta última fue la opción escogida, por lo que desde ese entonces está administrado por la Asociación de Santuarios Sintoístas sin relación con el Estado. Pero ¿por qué entonces es tan polémico y crea tantas tensiones a nivel internacional con sus vecinos?


La respuesta se encuentra en que años más tarde del fin de la II Guerra Mundial, exactamente en octubre de 1978, se consagraron, de manera secreta, a dicho santuario 14 personalidades consideradas como criminales de guerra de Clase A. Habían sido clasificados así por haber sido los organizadores de la guerra, juzgados en los conocidos como Juicios de Tokio tras la IIGM, y entre ellos se encontraba el ex primer ministro Hideki Tojo. Esto fue realizado por el monje sintoísta Nagayoshi Matsudaira que no creía en la legitimidad de las decisiones de dichos juicios. Este pastel se descubrió en abril del año siguiente y no generó tanta polémica hasta lo que estaba por llegar.


El artículo 20 de la constitución japonesa especifica que ninguna organización religiosa puede recibir privilegios del Estado ni asumir poder político. Sin embargo, el 15 de agosto de 1985 se cumplían 40 años del fin de la IIGM y el entonces primer ministro japonés, Yasuhiro Nakasone, decidió visitar dicho santuario de manera oficial y no a título personal, como conmemoración de los hechos acaecidos en tal guerra. Esto provocó dos sucesos: primero, daba lugar a una vulneración de la constitución en su artículo 20, y segundo, provocó la queja y malestar de las naciones que se había visto afectadas por los 14 criminales de guerra que se estaban honrando en Yasukuni a través de visita oficial. Este último fue el caso de China con Deng Xiaoping a la cabeza y de Corea del Sur, entre otros.


Ni el propio Nakasone ni otros primeros minsitros posteriores del país del sol naciente volvieron a visitar el santuario hasta Koizumi, que volvió a visitarlo cada año de su mandato. Él proclamaba que lo visitaba para dar las gracias a los muertos por haber defendido Japón y que ellos no volverían a usar la guerra nunca jamás. Sin embargo, fue muy criticado en el país por hacerlo, cosa que alegaba no entender, Finalmente, en su último año de mandato lo visitó el día 15 de agosto de 2006. No obstante, la más controvertida y la que generó más problemas y consecuencias a nivel internacional fue la visita de Shinzo Abe en 2013.


Las relaciones entre China y Japón en 2013 no se encontraban en su mejor momento. En noviembre de dicho año, China decidió declarar de manera unilateral una zona de identificación de defensa aérea sobre el espacio aéreo de las controvertidas islas Senkaku, en poder de Japón, pero reclamadas por China y Taiwán. Unas islas que ya desde 2010 generaron tensiones con diferentes hechos, como el choque de un pesquero contra una fragata japonesa en aguas territoriales de las Senkaku. Una vez ocurrido este acto unilateral por el gigante asiático, al mes siguiente, en diciembre de 2013, Abe decidió visitar el santuario Yasukuni el 26 de diciembre de 2013, fecha en la que se conmemoraba el aniversario de su elección como primer ministro, aunque esta fue supuestamente por sorpresa y a título personal por “un problema del corazón”.


Sin embargo, en la China de Xi Jinping no se vio de dicha manera. Esto se observó como una ofensa hacia aquellos países que habían sufrido las penurias y crímenes cometidos por el imperialismo japonés. Yasukuni supone para ellos el máximo exponente del militarismo nipón, y que su primer ministro lo visitara justo después del incidente de la zona aérea de las Senkaku era un claro mensaje y un insulto a la memoria china. Tan grave se consideró que desde ese entonces el gobierno chino decidió suspender todo tipo de contacto con Japón hasta noviembre de 2014.


Además, algo inesperado fue que a las críticas de China y Corea del Sur se unió la de EE.UU. pues consideraba que debilitaba y erosionaba las relaciones con los vecinos de Japón y tensaba las relaciones entre ellos. Aún así, Abe se escudó en que era natural que un líder ofrezca respeto a aquellos que dieron sus vidas por la nación. Incluso, este quiso acabar con la polémica declarando que su administración estaba encaminada a buscar la paz, no la distensión. Asimismo, Abe volvió a visitarlo una última vez tras haber dimitido por problemas de salud para “informar” de su decisión.


Finalmente, los ecos del pasado siguen inundando los días actuales y lo seguirán haciendo en los venideros. Ninguna nación, organización o persona puede escapar de él, unos lo interpretarán de una manera, otras de otra totalmente distinta, lo que generalmente provocará roces entre unos y otros. Deben resolverse estas cuestiones desde el consenso y el pragmatismo que debe caracterizar a cualquier tipo de gobierno, siempre en pos del bien de su pueblo. Pero como bien se sabe, esto es complicado. ¿Hacer “justicia” en la historia u “olvidar” el pasado? El gran debate por siempre abierto. ¿Sacar a aquellos que no lo merecen de lugares de culto o dejarles descansar eternamente en ellos? “La historia no se repite, pero rima”.



REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:




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